viernes, 1 de diciembre de 2006

El perdón sana el dolor

En la Biblia nos encontramos con diferentes escenas que podemos catalogar como desgarradoras. Una de ellas la encontramos en Lucas, capítulo 15. El hijo pródigo que abandona la casa de su padre. Este lo tenía todo en su casa. Disfrutaba de bienes materiales y del amor de su padre, y aunque la Biblia no lo menciona, mi imaginación me hace pensar que también contaba con el amor que una madre puede dar. Esto causó una gran tristeza a aquel padre que todos los días lloraba la partida, aparentemente sin razón, de su hijo más pequeño.

Esta historia me trae a la memoria una que viví muy de cerca. La de una mujer, fiel a Dios, y amorosa con su familia, madre de nueve hijos y tres de crianza. Esta mujer, aunque no rica como el padre de la historia bíblica, se preocupó por dar a sus hijos lo que necesitaban. Junto a su esposo, se esmeraban por que sus hijos la pasaran bien.

Un día, su hijo, el más pequeño, a la edad de quince años tomó la decisión de irse de la casa. Se mudó fuera del país. El corazón de la madre se partió en pedazos, ya que por muchos años no supo de su paradero. Esperaba recibir comunicación de parte de su hijo prodigo, pero esta no llegaba. La anciana se mantenia en oracion, pidiendole a Dios que cuidara a su hijo y que lo trajera a la casa. El joven tardó muchos años en volver a casa. El día que regresó, aunque enfermo y herido, trajo también la alegría al corazón de la anciana. Su madre pudo haberle reclamado el haberla abandonado, pero ella tomó la decisión de perdonarlo.

Otra historia de mucho dolor se desarrolló en la cruz del calvario (Lucas 23). El hijo de Dios había sido acusado injustamente y sentenciado a la muerte. Aún los que estaban cerca de él, le dieron la espalda en ese momento tan triste. Pero su Padre no lo dejó, sino que sufrió con él el gran dolor de la muerte. Una muerte injusta.

Recientemente, pude escuchar a un padre que también perdió a su hijo. Este fue asesinado a traición, sin causa alguna y los que estaban cerca de él huyeron y lo dejaron solo. Mientras el padre narraba la historia del sufrimiento de su hijo antes de morir, en su voz se reflejaba el gran dolor que sentía en su corazón. En este momento pude recordar el dolor que sintió nuestro Dios cuando, también injustamente, le asesinaron a su hijo Jesucristo.

En el caso de la anciana, al igual que el del padre del hijo pródigo, ambos recibieron a sus hijos de regreso a casa. En el caso de Jesús, el Padre perdonó a aquellos que traicionaron y mataron a su hijo. Oro a Dios por el padre que perdió a su hijo, para que la paz regrese a su corazón y al igual que nuestro Dios, pueda perdonar a los que injustamente asesinaron a su hijo.

Si estás pasando por momentos de dolor, te aconsejo que te acerques a Dios. Si han sido injustos contigo, si te han causado dolor, te aconsejo que perdones. El perdonar sanará las heridas de tu corazon y Dios se encargará de restaurarte.

Dios te bendiga de una manera especial.

Pastor José

www.lasendadevida.org

miércoles, 29 de noviembre de 2006

¿Aún retienes tu integridad?



Job 2:9 "¿Aún retienes tu integridad?"

La definición para íntegro es "que posee entereza moral". La de entereza es "fortaleza para mantener las propias ideas, juicios o decisiones."

Ser íntegro no lo debe determinar las circunstancias que nos rodean:
- ni la abundancia ni la escasez
- ni la salud ni la enfermedad
- ni el trabajo ni el ocio

Aunque estemos pasando por un momento en donde pensemos que estamos solos, debemos mantener nuestra posición de serle fiel a Dios, de no desfraudar la confianza que El deposito en nosotros. El enemigo constantemente nos acusa, pero Dios nos defiende. No debemos permitirle a nuestra mente ni a nuestra carne que dominen a nuestro espíritu. Cuando estamos pasando por una prueba difícil nuestra carne se debilita pero nuestro espíritu se fortalece.

Job estaba pasando por un momento en donde su carne estaba debilitada, enferma, y a su mente se estaban acercando pensamientos de derrota. Pero su espíritu no estaba mirando lo que sucedía con su cuerpo, sus oídos no estaban escuchando la voz del enemigo que le decía: “Maldice a Dios, y muérete”. (Job 2:9b) Sus ojos y sus oídos estaban disfrutando la escena en donde Dios le decía a Satanás:

‘¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aún cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa?” Job 2:3

Esta escena fortalecía a Job, aunque las circunstancias que le rodeaban mostraban derrota, muerte, soledad. Job estaba seguro de que alguien velaba por él y lo defendía con argumentos sólidos.

Permitamos que nuestros ojos y oídos espirituales permanezcan abiertos. De esta forma podremos estar seguros de que Dios nos protege y nos defiende, como lo hizo con Job. Está de nuestra parte el permanecer fiel a El y hacer como dice el final del versículo 10 del capítulo 2:
“En todo esto no pecó Job con sus labios”

Job no defraudó a Dios. Se mantuvo: perfecto, recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Job se mantuvo íntegro.

Dios está dispuesto a defendernos como lo hizo con Job. Está de nosotros hacer lo que hizo Job: no permitir que las circunstancias que le rodeaban apartaran su mirada de su Señor. Sé fiel hasta la muerte y recibirás bendición en abundancia.

Dios te bendiga,

Pastor José

www.lasendadevida.org

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